5 sept 2023

2007- IRON MAN: DIRECTOR DE SHIELD – Charles y Daniel Knauf y otros

 

Durante décadas y como buen personaje Marvel que es, Iron Man ha estado sumido en un constante ciclo de autodestrucción y reinvención, alzándose victorioso sobre los problemas de hoy para mirar hacia un mañana más brillante. Pero, ¿qué le sucede cuando ha de enfrentarse con un futuro cada vez más oscuro? ¿Cómo afronta las decisiones difíciles que ha de tomar? ¿Y cuánto de sí mismo pierde en el camino?

 

En 2006, Marvel lanzó “Civil War”, un evento que fracturó su comunidad superheroica en dos bandos amargamente enfrentados y que conllevó importantes cambios para todos los implicados. Creado por Mark Millar y dibujado por Steve McNiven, esta miniserie sigue siendo muy polémica y divisiva entre los lectores, por su incorporación a la historia de fenómenos del mundo real sin luego dedicar demasiado tiempo a reflexionar sobre ellos.

 

Aunque el evento propiamente dicho fue –y sigue siéndolo- criticado por muchos, sus repercusiones, desarrolladas en las diferentes colecciones, fueron importantes, sobre todo el asesinato del Capitán América y el nombramiento de Tony Stark como director SHIELD. En el caso de este último, abrió una etapa, guionizada por el equipo de padre-hijo compuesto por Charles y Daniel Knauf, que conduciría al vengador acorazado a uno de sus momentos más oscuros, transformándolo de icono de un futuro esperanzador a hombre atormentado por los peligros del oscuro mundo que él mismo ha contribuido a crear. 

 

Provenientes del mundo de la televisión, los Knauf llegaron a Marvel con un plan bien definido para su personaje favorito, desarrollado a partir del nuevo estatus establecido para él en la miniserie “Extremis” (2005). Su propósito era conectar a Iron Man con la política actual de nuestro mundo y el entorno del espionaje internacional. Su etapa comprendió 21 números publicados entre 2006 y 2008. Quizá no parezca demasiado tiempo, pero su trabajo con el personaje fue muy influyente, aportando un nuevo punto de vista con el que reinterpretar décadas anteriores de su historia y dejando un legado que lo perseguiría amargamente en los años venideros.

 

(La evolución de la serie de Iron Man en solitario durante la primera década de los 2000 fue un tanto confusa en cuanto a su denominación, pasando de “The Invincible Iron Man” a “Iron Man” para luego rebautizarse como “Iron Man: Director of SHIELD” y terminar como “War Machine” antes de comenzar un nuevo volumen. Así, aunque esta etapa se publicó como “Iron Man: Director de SHIELD”, conservó la numeración iniciada en “Iron Man: Extremis”).

 

Si el gran público actual está más que familiarizado con el genio, filántropo y playboy multimillonario Tony Stark es gracias a la versión del mismo que compuso Robert Downey Jr. en el Universo Cinematográfico Marvel. Sin embargo, Iron Man es un personaje cuya historia se remonta a 1963 y que desde su creación y hasta su salto a la gran pantalla había gozado de una trayectoria de lo más diversa y complicada pero siempre intrínsecamente ligada a la relación de Estados Unidos con la tecnología. Su debut en el apogeo de la Guerra de Vietnam le convirtió en un símbolo propagandístico nada sutil: Iron Man encarnaba la superioridad tecnológica, empresarial y armamentística de Occidente.

 

Si bien los orígenes de Stark como industrial multimillonario permanecerían mayormente inalterados (aunque los avatares del capitalismo y sus demonios personales le llevarían a perder la empresa en más de una ocasión) el tono subyacente y alcance de sus aventuras sí irían cambiando a lo largo de las décadas: en los años 70 predominaron las aventuras fantacientíficas de altos vuelos; los 80 se centrarían en la caída, recuperación y reinvención de Stark; y los 90 fueron un desfile de extravagancias olvidables.

 

Cada era fue, por tanto, distinta de las demás, pero todas compartían un mismo mensaje subyacente: la tecnología es una forma de poder que nos brinda las herramientas para mejorarnos a nosotros mismos y al mundo en general. Si bien este enfoque se mantendría en la etapa de Kurt Busiek y Sean Chen a finales de los 90, la relación de Estados Unidos con los superhéroes, la tecnología y las figuras de autoridad comenzaría a cambiar a principios de la década de 2000. Iron Man asumiría esa transformación acorde con unos tiempos más oscuros o, como mínimo, inciertos. Warren Ellis y Adi Granov convirtieron a Stark en un auténtico superhumano en “Extremis” (2005) e historias posteriores, desde los Nuevos Vengadores a “Inevitable” (2006), exploraron los efectos que sobre él tuvo ese cambio, alejándolo de sus raíces superheroicas para que combatiera todo tipo de amenazas de una nueva era dominada más que ninguna otra anterior por la Tecnología.

 

Esta fricción entre los mundos clásico y moderno de los superhéroes, acabaría desembocando en “Civil War”, con Iron Man apoyando activamente el Acta de Registro de Superhumanos, una decisión que le puso en contra de muchos de sus antiguos camaradas. A cambio, el gobierno le recompensaría con el cargo de nuevo director de SHIELD. Y es en ese contexto donde transcurre la totalidad de la etapa de los Knauf, subrayando el contraste de un Stark más poderoso e influyente que nunca pero atormentado por sus propias dudas y arrojando una nueva luz sobre toda su trayectoria de la década anterior.

 

Los propios guionistas explicaron así su visión del personaje: “Stark no es como Bruce Wayne. No puede simplemente señalarse algún acontecimiento externo que lo creó. Son muchas cosas: su sentimiento de alienación, su culpa y frustración por la irrefrenable tendencia del hombre a la guerra, su adicción, su inteligencia… Creo que el problema de Tony es que le gusta pensar que si da un paso adelante dejará todo eso atrás. Esa es su mayor fortaleza como futurista e inventor... pero también su mayor debilidad. No sales ileso de una situación como la de “Civil War” o la pérdida de tantos amigos. Todos esos incidentes, pérdidas y tragedias le pisan los talones”.

 

Si “Civil War” había constituido una referencia nada sutil a la tragedia nacional que para Estados Unidos supuso el 11-S, pero articulando un mensaje confuso y dando más peso al espectáculo de la destrucción que a las reflexiones éticas, la etapa de los Knauf en “Iron Man” escoge precisamente el camino contrario: utilizar las secuelas del evento para explorar la transformación del héroe tanto en su vertiente de personaje veterano como en la de símbolo de la cultura orientada a la tecnología que le dio a luz.

 

El principal cambio que introdujeron los Knauf fue una perspectiva más realista tanto del héroe como de su entorno. Desde su fundación a comienzos de los 60, el Universo Marvel siempre se había presentado como una versión mejorada del mundo real, un entorno cómodo en el que los creadores utilizaban personajes y conceptos para explorar problemas del mundo real filtrados por una lente colorista y fantástica. En la década de los 2000 ya eran frecuentes las versiones más maduras (por no utilizar el término realistas) de los superhéroes, pero en lugar de usar ese enfoque para fortalecer a su personaje, los Knauf lo utilizarían para dar más peso al comentario político-social sobre el que se sustentaba. Década tras década, Iron Man había servido como símbolo de la relación de Estados Unidos con la tecnología y ahora, involucrándolo en turbias intrigas de espionaje, los guionistas le convierten en un reflejo de la América post-crisis: un héroe despojado de su humanidad por su dependencia de las armas.

 

Estos elementos de ciencia ficción y espionaje habían acompañado al personaje desde sus comienzos. Ni siquiera era esta la primera vez que trabajaba junto a SHIELD, organización con la que venía manteniendo relaciones como industrial y como héroe desde hacía décadas. Pero al utilizar el miedo y la paranoia suscitados por la Guerra contra el Terrorismo orquestada por el presidente George W.Bush tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, los Knauf cambiaron el tono de la colección de inspiradora fantasía futurista a oscuro relato admonitorio, subvirtiendo el origen promilitar del personaje y reexaminando lo lejos que había llegado éste y su país en el último medio siglo.

 

La mayor parte de esta etapa fue dibujada por Roberto De la Torre, cuyo estilo muy detallado y un poco tenebrista le dio a la colección el tono emocional adecuado, el de un héroe paulatinamente consumido por su alter ego. Es un giro sutil pero escalofriante de la identidad superheroica de Stark. Porque si Iron Man fue una vez un medio para compensar los errores de su pasado, ahora lo ha convertido en lo que más odia de sí mismo: el rostro mundialmente conocido de una maquinaria militar-industrial creada para mantener la paz a través del miedo.

 

Los guionistas no pierden el tiempo e inmediatamente, desde el primer número, empiezan a explorar este nuevo statu quo. En lugar de peleas contra supervillanos independientes como el Hombre de Titanio o el Láser Viviente, “Director de S.H.I.E.L.D”, comienza con la organización ahora liderada por Stark persiguiendo por todo el mundo a terroristas “mejorados”. Los números iniciales tienen un tono casi procedimental, esquivando los comentarios políticos para concentrarse en Stark y la jerarquía militar de la que forma parte.

 

Al principio, se diría que el enfoque se decanta por una SHIELD utilizando la fuerza a nivel global, pero conforme va avanzando la serie, esa ilusión se desvanece cuando las acciones de Stark y sus aliados se utilizan para poner en tela de juicio la política exterior norteamericana y sus tradicionales intervenciones militares allá donde sus intereses se encuentren comprometidos. Cada misión aumenta el grado de paranoia en el seno de SHIELD, llevando a Stark a organizar operaciones ilegales para investigar pistas y presionar a Maya Hansen para que no continúe su investigación de Extremis. Esa paranoia refleja la existente en la propia sociedad norteamericana del momento y conecta orgánicamente con la propia trayectoria y mentalidad del protagonista. Como ya he apuntado, “Civil War” se inspiró en los ataques terroristas del 11-S y la subsiguiente aprobación de la Ley Patriota. En “Director de SHIELD”, los Knauf se sirven de la evolución personal de Stark para hacer su propio comentario político-social, poniendo en paralelo sus pasados traumas y talante controlador con la militarización de Estados Unidos en los 2000.

 

Iron Man siempre ha sido un personaje que se ha definido por sus defectos, pero la aproximación implacable que de él y su entorno hace esta etapa combinada con la avalancha de eventos entonces en curso en Marvel, se servía de esas fallas para desgarrar por completo al héroe conforme éste encadena un error tras otro. Los sentimientos personales de Stark por Maya le ciegan a su traición; cuando se alía con otros héroes para exiliar a Hulk de la Tierra, no consigue sino que éste regrese como un furioso destructor de mundos; la corrupción dentro del proyecto de “La Iniciativa” (dotar a cada estado del país con al menos un héroe “registrado”) conduce a la muerte a un joven; Extremis, que Stark utilizó para “automejorarse”, se transforma en un arma biológica que mata a sus amigos… Las terribles consecuencias que acarrean los actos de Stark, hacen de “Director de SHIELD” una reflexión sobre la autodestrucción, canalizando nuestros temores respecto al futuro a través de un protagonista al que cada vez cuesta más ver como un superhéroe.

 

Los propios guionistas declararon en una entrevista: “Tiene muchos defectos. Y sus raíces son complejas e internas, que es como suelen ser las cosas en la vida real. Construyó su armadura para protegerse del mundo y, al hacerlo, se construyó una prisión, lo cual me parece muy interesante. Es una trampa en la que cae mucha gente: cuanto más intentan protegerse del mundo, más a prueba de fugas es la prisión que se construyen para sí mismos”.

 

Si la primera parte de “Director de SHIELD” se dedica a explorar la corrupción de un héroe por parte del sistema que está tratando de reformar, la segunda lo enfrenta cara a cara con esa corrupción, privado por SHIELD de sus poderes Extremis y atormentado por las alucinaciones de amigos a los que siente haber fallado. Stark empieza a descubrir las conexiones entre La Iniciativa, el gobierno y la conspiración global que ha estado persiguiendo, todo ello orquestado maquiavélicamente por uno de sus más antiguos enemigos. Desafortunadamente, aquí es donde el subtexto del comic empieza a tambalearse.

 

Si bien la mayor parte de la serie funciona como una alegoría del papel de Estados Unidos en la Guerra contra el Terrorismo, la revelación del villano de El Mandarín como cerebro entre las sombras resulta algo desconcertante dado lo relacionado que siempre ha estado ese personaje con los clichés del “enemigo extranjero”. Después de todo, nos vienen a decir, la política de Stark y SHIELD –brazos ejecutores de la del gobierno norteamericano- era acertada porque el enemigo es foráneo y se oculta insidiosamente en el propio Estados Unidos para destruirlo desde su interior. La destitución temporal de Stark al frente de SHIELD y el climax de la historia son un tanto decepcionantes porque la resolución abre las puertas a que aquél reanude sus tradicionales hazañas heroicas de antaño sin tener que afrontar consecuencias derivadas de las mismas.

 

Por supuesto, el mundo de Marvel nunca ha pretendido ser una copia directa del mundo real, sino, ya lo he dicho, una versión mejorada del mismo en la que los creadores exploran cuestiones personales y sociales a través de batallas simplificadas entre el Bien y el Mal. Los matices no tienen cabida fácil en ese universo (Spiderman, por ejemplo, nunca se equivoca, jamás hiere gravemente a algún delincuente de medio pelo con un simple puñetazo y quienes atrapa cometiendo un crimen son juzgados sin que él tenga que acudir como testigo). Aún así, dado que el interés de “Director de SHIELD” consiste en ver a un Iron Man aceptar el peso de sus errores en un mundo más sofisticado del tradicionalmente ofrecido por Marvel, trasladar al final toda la responsabilidad a un conveniente villano es hacer trampa.

 

También es posible que el mensaje originalmente pretendido acabara perdiéndose en la confusión que conllevó el cambio en el equipo creativo. Si bien los Knauf dejarían el título con una nota alta en el número 28, el arco final de la etapa, bajo la dirección de Stuart Moore, consistió en retroceder el terreno ganado, con un Stark meditando sobre el costo humano del mundo que ha ayudado a construir. Stark, que una vez fue el símbolo de un futuro inspirador, se había transformado al llegar a este punto en algo extraño, casi irreconocible; un héroe que cambió su humanidad por la ilusión de seguridad.

 

A pesar del gran impacto que esta etapa tuvo sobre Iron Man y el Universo Marvel en general, el legado de “Director de S.H.I.E.L.D”. es complicado de valorar. Muchos aficionados criticaron duramente estos números por presentar al héroe como un protofascista que seguía en sus trece tras los desastres que él mismo había causado en “Civil War”. En parte, esto pudo atribuirse a la falta de coraje de los Knauf a la hora de comprometerse plenamente con el mensaje político subyacente del arco argumental, restando peso a los paralelismos con el mundo real con el fin de no convertir a Stark en alguien todavía más antipático.

 

Toda obra es producto de la cultura y las sensibilidades de la época que la ve nacer, y al transformar a Iron Man de superhéroe tecnológico en símbolo de una nación rota, “Director de SHIELD” articula un mensaje sobre cómo el actuar movido por el miedo puede tener consecuencias duraderas y negativas sobre el individuo y el mundo en general. Posteriores creadores continuarían profundizando sobre ello en eventos como “Reinado Oscuro”, en el que Norman Osborn y un grupo de supervillanos apadrinados por él tomaban el control de SHIELD y utilizaban los recursos tecnológicos de Stark para sembrar el terror. 

 

Aunque en su día no fue tan bien recibido como merecía, “Director de SHIELD” demostró la importancia y potencial dramático de un personaje como Iron Man, elevándolo al estatus de símbolo de una América confusa y aterrorizada antes de encarrilarlo por un más tradicional camino de redención de la mano de los guiones de Matt Fraction. Como nos ocurre a nosotros, los héroes no pueden avanzar sin afrontar sus fracasos. Este proceso puede ser doloroso, pero es sólo a través del sufrimiento que puede acometerse el largo camino hacia la redención, algo que Iron Man ha tenido que hacer una y otra vez a lo largo de su dilatada historia.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario