14 jun 2022

2020- RECKLESS – Ed Brubaker y Sean Phillips


El dúo creativo compuesto por Ed Brubaker y Sean Phillips es en la actualidad uno de los más sólidos, productivos y recomendables del comic criminal norteamericano. Su alquimia ha dado obras que casi son un subgénero en sí mismas, historias realistas sobre hombres malos que tratan de hacer lo correcto, consiguiéndolo en cierto modo y fracasando en otro; o quizá traten sobre hombres buenos obligados a hacer cosas malas. Sea como sea, esos protagonistas –normalmente tipos duros con nombres llamativos-, se hallen más próximos a la figura del héroe o a la del villano y sean empujados por su pasado o por el círculo criminal en el que se mueven, consiguen intrigar e incluso fascinar al lector obra tras obra, año tras año, desde hace más de década y media. Es el caso también de Ethan Reckless, el personaje central de la nueva serie de novelas gráficas firmadas por la pareja y publicadas en Estados Unidos por Image.

 

En 1981, Ethan vive en El Ricardo, un cine abandonado de Los Ángeles que tiempo atrás recibió en pago de un servicio prestado a un empresario en apuros. Y es que él no cuenta con un trabajo estable sino que, entre visionado y visionado de antiguas películas en blanco y negro, se dedica a, como un nuevo Don Quijote mercenario, desfacer entuertos ajenos. Tiene una discreta línea de teléfono atendida por su “secretaria” Anna, donde quienes se hallan en algún tipo de apuro y no pueden o quieren acudir a la policía, dejan su mensaje pidiendo ayuda…siempre que estén dispuestos a pagar por ello, claro. Su forma de vivir es clara y sencilla: seleccionar un caso que le convenza para salir de su tedio y le proporcione dinero suficiente para surfear durante meses sin preocuparse de otra cosa.

 

Un día, en el contestador aparece una voz que Ethan llevaba diez años sin escuchar: la de Rainy, un amor de juventud, de los tiempos hippies en los que ambos formaban parte de un grupo terrorista de estudiantes de izquierdas. Ethan tenía entonces la lealtad dividida porque, aunque formaba parte de ese movimiento y estaba sinceramente enamorado de Rainy, en realidad era un infiltrado del FBI que se había presentado voluntario para ese peligroso trabajo encubierto a cambio de no ser reclutado para la guerra de Vietnam. La explosión de una bomba casera que estaba preparando el líder revolucionario –que, además, era el hermano de Rainy- no sólo separó a los amantes, sino que casi mató Ethan dejándole cicatrices exteriores (una muy característica en el rostro) e interiores (es incapaz de sentir nada).

 

La misteriosa reaparición de Rainy remueve viejos recuerdos en Ethan. Su esterilidad emocional le impide sentir nada por ella pero, impulsado por un sentimiento de responsabilidad, decide ayudarla a recuperar un dinero que le ha sido sustraído y con el que, tras una década viviendo con miedo a ser arrestada por los delitos cometidos en su juventud, podría comenzar una nueva vida muy lejos. Ethan no sabe que está a punto de involucrarse en un asunto muy sucio en el que participan traficantes de droga y la CIA y que nada es como aparenta.

 

En el epílogo de este primer volumen de la serie, Brubaker revela que su inspiración proviene de las sugerentes portadas de las novelas de bolsillo de los años 60 y 70 que solía leer su padre y que prometían encontrar en su interior historias de detectives o espías rebosantes de violencia, acción y erotismo. Y eso es precisamente lo que nos ofrece “Reckless”, cuyo protagonista, aunque no es un detective ni un policía, sí investiga por dinero y causa problemas a los “malos”. Brubaker y Phillips han sido tan prolíficos en los últimos veinte años que a veces es fácil olvidar lo excelentes contadores de historias que son. Damos por hecho que cualquier cosa que lleve en portada sus nombres va a ser algo bien concebido y narrado, con suspense, personajes con gancho, diálogos fluidos y dibujo muy atmosférico.  

 

Y en este este sentido, “Reckless” no rompe la línea y el estilo ya bien consolidados de los autores. Es una lectura rápida y entretenida firmada por dos maestros del género negro: la trama discurre a buen ritmo e incluye giros y sorpresas, las escenas de acción son suficientes y suficientemente espaciadas como para mantener el interés sin saturar y la información sobre el pasado de Ethan va desvelándose gradualmente conforme avanza la historia. Brubaker no ofrece nada aquí que no hayamos visto anteriormente: mafiosos y matones, pistas que seguir, tiroteos, bombas, peleas a puñetazos… pero lo combina y engarza todo tan bien que realmente no importa. Tanto el protagonista como el reparto de secundarios cumplen a la perfección sus respectivos papeles: la mujer fatal, la fiel ayudante, el villano repulsivo, el amigo policía…

 

En cierto modo, Brubaker y Phillips han estado contando la misma historia una y otra vez durante muchos años. Lo que hace de “Reckless” algo un poco diferente a otras de sus anteriores obras es lo directa y sobria que es. No hay capas extra de artificios narrativos ni enigmas que resolver. Ofrece exactamente lo que promete esa portada en la que vemos al protagonista empuñando un hacha ensangrentada, la explosión de un coche, un tipo de aspecto patibulario y dos mujeres, una de aspecto indefenso y otra decidida: violencia, tragedia y redención. Ethan es un hombre de acción, sencillo y eficaz incluso en su papel de narrador de las historias, donde hace un parco uso de las palabras.

 

Tras casi veinte años trabajando juntos, Brubaker y Phillips han desarrollado una voz propia y muy precisa. En “Reckless”, la trama está desarrollada con mano experimentada, las escenas están bien planteadas y narradas… pero hay algo básico en la historia que no acaba de funcionar del todo. El guionista nos dice que Ethan y Rainy comparten un pasado en común que todavía significa algo, así que su principal labor debería construir esa relación que se torció y vendérnosla bien, hacernos creer que ambos personajes verdaderamente necesitan y desean poner punto final a la misma pero que, o bien todavía se importan más de lo que quieren admitir, o bien son lo suficientemente masoquistas –y duros- como para abrir las viejas heridas.

 

Por desgracia, no existe ese tipo de conexión entre ellos. Se limitan a flotar por la historia en lugar de conectar mutuamente de una forma creíble. Se nos dice que en el pasado estuvieron locamente enamorados y que fue el doble juego de Ethan lo que los separó. Y este es el principal problema de este comic: se nos dice mucho de estos personajes… pero no se materializa en las viñetas; no los vemos madurar o cambiar; no hay chispa de auténtica complicidad entre ellos. Este tipo de historias se apoyan en una premisa básica de tipo romántico, pero aquí ésta no resulta verosímil.

 

La relación más convincente de este comic es la que existe entre Ethan y su ayudante Anna. Y no es de tipo romántica sino del que podríamos ver entre un hermano mayor y su hermana menor, con una clara cercanía, sinceridad y afecto, pero también y gracias a esa familiaridad, sarcasmo y reproches. De hecho, está tan bien retratada que a Brubaker no le hace falta más de una escena con un puñado de diálogos para definirla ni encuentra la necesidad de explicarla con detalle en cuanto a su origen y dinámica. El toma y daca entre Ethan y Anna es mucho más interesante y chispeante que el que supuestamente mueve la trama entre aquél y Rainy.

 

Uno de los rasgos que diferencian a “Reckless” de otras obras firmadas por Brubaker y Phillips es su ambientación. En lugar de una gris y sucia ciudad del Este en sus horas nocturnas, toda la acción y el drama se desarrolla bajo el brillante sol californiano. El comic abraza esa luminosidad tanto en el guion como en el dibujo. Sean Phillips y su colorista –e hijo-, Jacob Phillips, expanden los horizontes y borran las sombras en las cuales puedan esconderse los personajes y sus motivaciones. Sus páginas transmiten mucha más sensación de espacio y calor que la claustrofobia, ambigüedad y frialdad que habían caracterizado, por ejemplo, a “Criminal” o “Pulp”.

 

El arte de Phillips padre sigue conservando su reconocible estilo pero, como siempre, consigue encontrar formas sutiles de modificarlo para adaptarse al tono de cada historia. Si acaso, su línea es aquí mucho más suelta y menos detallista. Ello puede deberse a la necesidad de trabajar deprisa para satisfacer el compromiso asumido junto a Brubaker de realizar tres novelas gráficas en el curso de un año. Esto hace que la labor del colorista sea aún más relevante. Y en este sentido, Phillips hijo sale triunfante al utilizar los tonos cálidos para reproducir de una forma personal –esto es, no realista- el ambiente y luz de California.

 

Hay un enfoque realista para el coloreado (que es el elegido por muchos profesionales menos atrevidos) y otro, digamos, emocional. Este es el caso de “Reckless”. Jacob Phillips opta por decisiones cromáticas que potencian la narración y enfatizan las emociones que Brubaker y Phillips tratan de perfilar en cada escena. En la escuela, nos enseñan a colorear respetando las líneas que delimitan cada volumen, pero Jacob Phillips no sigue esa regla. Los colores sangran, se derraman y se mezclan unos con otros, a veces unos contra otros. Su color se añade a la esencia del dibujo en lugar de limitarse a respetar sus líneas. Y el dibujante, por su parte, comprende y comparte ese punto de vista, no recargando las viñetas de trazos y líneas para dejarle a su colega amplio espacio sobre el que trabajar.

 

En 2021, aparece la siguiente entrega de esta serie, “Amigo del Diablo”, ambientada en 1985 y que comienza con una escena de acción en la que Ethan huye de unos skinheads para, inmediatamente, encadenar con un flashback que ocupará casi toda la extensión del álbum. Unos meses antes, Ethan se encontraba en la biblioteca pública de Santa Mónica buscando pistas para un caso en el que trabajaba cuando conoce a Linh Tran, que había emigrado a Estados Unidos diez años atrás desde Vietnam siendo una niña y que ahora trabaja como bibliotecaria. Atraído por la fuerte personalidad de la mujer, Ethan empieza a salir con ella tras cerrar el caso en curso, pero un día, cuando Linh ve una cara conocida en una película de terror de serie B que él está proyectando en su cine, sufre una crisis de ansiedad.

 

Resulta que esa cara era nada menos que la de su hermanastra americana, Maggie, con la que había estado muy unida hasta que se marchó a Hollywood para tratar de convertirse en actriz y desapareció sin que nada se volviera a saber de ella en diez años. Ethan le promete investigar, pero cuanto más rasca la superficie y más lejos le llevan las pistas, más convencido está de que lo que va a averiguar supondrá un golpe terrible para Linh e, inevitablemente, el fin de su relación.

 

En esta ocasión, Brubaker se inspira tanto en su experiencia familiar (su padre trabajaba para el servicio de inteligencia de la Armada estadounidense, su tío dirigía operaciones de la CIA en Vietnam y su madre ayudaba a refugiados vietnamitas tras la guerra) como en el ambiente cultural que se respiró en California desde finales de los setenta hasta mediados de los ochenta, con el miedo a los cultos satánicos, la aparición de asesinos en serie y el nacimiento de los grupos neonazis.

 

La estructura de “Amigo del Diablo” es muy similar a la del primer volumen: una introducción in medias res con una escena de violencia; a continuación, el grueso de la historia en flashback; y el cierre que enlaza con la apertura hasta su conclusión. De nuevo, tenemos un misterio tejido alrededor de una relación sentimental de Ethan (Rainy en la primera entrega y Linh en la segunda), misterio que está relacionado con eventos del pasado de la dama en cuestión. Por tanto, mismos ingredientes, arquetipos y mismo protagonista bastante predecible. Sin embargo, el caso que éste debe enfrentar es muy distinto. En lugar de entregarse a la violencia y la acción –ambas muy escasas, aunque la primera, cuando aparece, muy cruda-, Brubaker se molesta en ir aportando toques íntimos relacionados con Ethan y Linh y otorga primacía al trabajo puramente detectivesco sobre la acción: seguir pistas que aportan documentos o personas, entrevistarse con diferentes testigos que puedan arrojar luz sobre el caso, pedir la colaboración de los inspectores de la policía que llevaron la investigación en su día…

 

Brubaker y Phillips nos ofrecen, por tanto, una historia policiaca muy clásica, casi de manual. En manos menos competentes, “Amigo del Diablo” podría haber resultado poco original y predecible (de hecho, el destino de Maggie se ve venir ya desde mitad de la trama), pero ambos autores saben imprimir al conjunto un ritmo y un enfoque que hacen de esta carta de amor a un género muy sobado algo emocionante, casi incluso fresco. Hay cierta poesía en los sobrios pensamientos de Ethan –que, una vez más, ejerce de narrador- y unos diálogos con mucha chispa, pero el punto negro vuelve a ser la poca credibilidad de la relación sentimental.

 

Es fácil ver por qué alguien podría sentirse atraído por Linh –que Phillips no retrata como alguien particularmente atractivo sino que su encanto reside en su inteligencia y carisma-, pero no tanto a la inversa. Ya se nos informó en el número anterior del daño que una explosión causó sobre el centro emocional del cerebro de Ethan, lo que lo convirtió en alguien con una actitud estoica y distante que no se diría proclive a despertar simpatías ajenas. No es que no sienta absolutamente nada (de hecho, lo vemos sumido en cierta depresión al principio de la historia a causa de la muerte de su padre), pero las emociones le afectan de una forma lejana, dispersa, poco definida.

 

Aunque este es sólo el segundo número de la serie, la caracterización de Ethan se perfila ya como un problema potencial de la misma. Le han pasado cosas, hemos aprendido bastante de su pasado… pero tras casi 300 páginas, sigue siendo en buena medida un enigma. Es el elemento menos interesante de las dos historias que ha protagonizado y aunque la acumulación de experiencias podría contribuir a desarrollarlo algo más y hacerle más próximo al lector, no hemos llegado a ese punto todavía. En una película o una serie de televisión, el carisma del actor puede suplir estas carencias y hacer que el personaje funcione. En este caso, lo único que tenemos es su fluida narración en primera persona y el dibujo de los Phillips; ambas cosas desarrollan la trama a la perfección, pero no nos aportan nada con lo que encariñarnos con Ethan Reckless. Afortunadamente, el personaje de Linh está mejor definido y su difícil pasado como niña inmigrante y, además, de una etnia no particularmente querida en Estados Unidos en ese momento, aporta la necesaria carga emocional.

 

Como de costumbre, los Phillips, padre e hijo, hacen un excelente trabajo a la hora de representar una California oscura y peligrosa en la que incluso el sol está teñido de amenaza. Cada viñeta está clara y bellamente compuesta y colocada en su lugar dentro de la secuencia narrativa, ya sea un primer plano de un personaje, uno general de una calle, una ola que se estrella en la orilla o whisky vertiéndose en un vaso. No es nada sencillo que una historia que se basa casi exclusivamente en conversaciones y viajes de aquí para allá tenga tanto ritmo y sea visualmente tan variada, pero gracias al uso de técnicas narrativas cinematográficas y una buena aplicación del color, los dos artistas lo consiguen.

 

“Amigo del Diablo” es una novela gráfica que, aunque segunda en una serie abierta, puede leerse en buena medida autónomamente. La primera entrega añade profundidad y contexto al personaje y su entorno, pero no es necesaria para entender lo que aquí ocurre.

 

Si me rindo a mi parte más cínica, diría que “Reckless” parece el intento de Brubaker y Phillips de producir una franquicia comercial adaptable a la pantalla. Todo aquí, desde sus volúmenes independientes a la sencillez en su concepto y ejecución pasando por su protagonista, suena a algo con ambiciones de saltar más allá de la página impresa. Si es así, tampoco importa demasiado. Porque lo relevante aquí es que Brubaker y Phillips nos vuelven a ofrecer comics muy disfrutables incluso en sucesivas lecturas y que pueden recomendarse a cualquier amante del género hardboiled.


No hay comentarios:

Publicar un comentario