14 ene 2018
1998- DESPUÉS DE LA LLUVIA – André Juillard
Cuatro años después de alcanzar el éxito de público y crítica (ganó el premio al Mejor Álbum en el Festival de Angouleme) con su primera obra como autor completo, “Diario Azul”, André Juillard escribe, dibuja y colorea “Después de la Lluvia”, que ha sido a menudo publicitado y comentado como una segunda parte de aquélla. En realidad y aunque la historia utiliza al principio algunos personajes que ejercían de protagonistas en “Diario Azul”, no es necesaria su lectura para entender lo que aquí se cuenta. De hecho, no continúa lo allí narrado, ni el tono es el mismo y ni siquiera el género coincide. Si “Diario Azul” era una tragedia sentimental de tono costumbrista, poético e intimista, “Después de la Lluvia” se acerca más a un thriller detectivesco. (Lo que sí hace el autor es plantear una especie de final alternativo a la primera obra, reuniendo a los amantes que allí habían acabado separados, como si se hubiera arrepentido de la dirección melodramática que había adoptado)
La historia arranca en París, durante la inauguración de una exposición fotográfica en la que se muestra la obra de Victor –uno de los personajes de “Diario Azul”. Casualmente pasa por allí Abel Mias, un maestro de mediana edad, que descubre en la foto que anuncia la exposición al que fue su mejor amigo, Tristán, del que no ha sabido nada desde hace quince meses. No sólo eso: en dicha imagen aparece acompañado por una mujer casada, Clara, a la que ambos amaron en el pasado, sosteniendo ambos en brazos a un niño.
Abel se entrevista con Victor para obtener información acerca de dónde y cuándo fue tomada la foto y más tarde, en casa, le confía a su pareja, Eve, el origen y desarrollo de su amistad con Tristán y cómo ambos conocieron a Clara. Empieza a hacer indagaciones tras hablar con Louise, la novia de Victor –protagonista también de “Diario Azul”- y decide viajar a la Toscana italiana para continuar la investigación. Allí descubrirá el fatal destino de sus amigos sólo para verse él mismo involucrado en un siniestro asunto criminal.
En esta ocasión, Juillard opta por una narración lineal (con la excepción del flashback en el que Abel recuerda su juventud, sólo 7 páginas de las 52 de que consta el álbum) de tono policiaco -aunque el protagonista no es un detective, sí lleva a cabo una investigación. En este sentido, la fusión entre la historia de amistad de Tristán y Abel y las pesquisas de éste funciona mejor que en “El Diario Azul”, donde la intervención de la policía en la parte final resultaba algo postiza. Pero a la postre, la indagación del protagonista no es más que un pretexto, porque el lector no tiene dificultad alguna en anticipar que algo malo les ha ocurrido a Tristán y Clara. Juillard nos lleva a ese trágico punto de inflexión sin giros sorpresa ni secretos de última hora, desarrollando la escena de forma austera y pausada a lo largo de siete páginas.
Las quince páginas que cierran el álbum entran de lleno en el terreno del thriller, con Abel ya en París viéndose perseguido por unos asesinos hasta que descubre no sólo las razones tras la muerte de sus amigos sino el secreto que escondía su pareja, Eve. En un a mi juicio errado intento de explicarlo todo, Juillard detalla en exceso los planes del responsable criminal, lo cual, además de no aportar nada a la trama, resulta algo torpes e innecesariamente verboso en una historia cuya mejor virtud hasta ese momento habían sido sus silencios melancólicos. El propio Juillard reconoció que dada la historia que quería contar y el ritmo con el que la había desarrollado, hubiera necesitado más extensión, algo que se pone de manifiesto en el desmañado final, como si no supiera muy bien como rematar el álbum.
Juillard es un maestro narrador y dibujante, aunque en este caso, quizá debido a cierta inseguridad en este su segundo comic en solitario, comete el error de incluir algunos elementos superfluos, como si pensara que la trama básica no fuera suficiente. Esto, no obstante, no afecta a lo en general es una lectura interesante y que mantiene el suspense, y ello a pesar de que muchas de las escenas son lentas y todo el argumento está teñido de una gran melancolía. Y es que Juillard sabe jugar aquí con los tiempos y la atmósfera para crear tensión, como en la mencionada escena de la Toscana en la que descubre las muertes de sus amigos. Los personajes están bien caracterizados, a veces incluso de forma bastante original, como en el caso de Abel: es a través del mobiliario de su apartamento, las fotos y la decoración que deducimos que tiene una personalidad sentimental y apegada a los objetos como depositarios de recuerdos.
Visualmente, y como era de esperar en Juillard, “Después de la Lluvia” es un comic de gran belleza. Al pasar sus páginas podemos lamentarnos de que el autor no haya invertido más tiempo de su carrera profesional representando nuestra propia época. En series como “Máscara Roja”, “Las Siete Vidas del Gavilán” o “Pluma al Viento” ha demostrado ser un artista excepcional a la hora de recrear lugares y tiempos pasados, pero tanto en “Diario Azul” como aquí se revela como muy dotado para reproducir y aportar vida a escenarios contemporáneos. Juillard plasma perfectamente la cotidianidad en la decoración de interiores, las calles, los vehículos, la vestimenta… Sus viñetas están repletas de detalles y, sin embargo, la sensación que transmiten es la de simplicidad y elegancia, un equilibrio muy difícil de conseguir.
Por otra parte, aun cuando su estilo no es, estrictamente hablando, muy dinámico, sí funciona a la perfección en lo que se refiere a la puesta en escena, la composición y la colocación espacial de personajes y objetos. Su narrativa es clásica, muy clara, con variaciones sutiles de las angulaciones y planos y sin caer en efectismos de ningún tipo.
Merece la pena mencionar asimismo el color, aplicado por el propio Juillard, con el que ratifica su sensibilidad artística a la hora de crear atmósferas. Además de un sutil sombreado, utiliza los tonos amarillos, verdes y anaranjados suaves para recrear la calidez e intimidad de su primer encuentro con Eve; sus recuerdos de juventud parecen pasados por un filtro sepia, como si volvieran a verse tras haber permanecido años amarilleándose en un baúl; el pasaje de la Toscana pasa de la viveza cromática de la campiña bajo el sol a los amenazadores grises que apagan los tonos antes de la tormenta, justo antes de encontrar a sus amigos.
“Después de la lluvia” es un thriller no muy original, pero sí bien realizado –con las salvedades antedichas- y de factura gráfica y narrativa impecable. Los personajes, frágiles sentimentalmente al tiempo que resueltos en la acción, y las relaciones que les unen a lo largo del tiempo, son el nexo más claro con el álbum anterior, “El Diario Azul” y desde luego más interesantes que la trama estrictamente policiaca.
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