16 jul 2015
1989-JUSTICE INC – Andrew Helfer y Kyle Baker
“Justice In” es una miniserie protagonizada por “El Vengador”, uno de tantos justicieros que poblaron la literatura pulp de los años treinta y cuarenta. El Vengador fue creado por un editor y un director comercial desesperados por destacar en un mercado inmensamente competitivo, el de las revistas populares, gracias a un héroe que reunía rasgos tomados de otros dos personajes de probado éxito: Doc Savage y La Sombra. Así, Richard Benson, alias el Vengador, no sólo era un maestro del disfraz, sino que tenía la capacidad de moldear literalmente su rostro para parecerse a cualquier otra persona, habilidad que lo hacía ideal para misiones de espionaje e infiltración. Además, el Vengador contaba con adiestramiento en combate cuerpo a cuerpo y un equipo especializado que comprendía desde chalecos antibalas a coches trucados. Con el tiempo, a semejanza de los otros héroes mencionados, reclutó a su propio equipo de ayudantes, adoptando su asociación el nombre genérico de Justice Inc.
A mediados de los setenta, con el declive en las ventas de comics de superhéroes, DC probó suerte con viejos justicieros de la mitología pulp, como La Sombra, Carson de Venus, Tarzán o John Carter de Marte, ya fuera en sus propios títulos ya incluyendo sus aventuras en colecciones genéricas. El Vengador fue otro de aquellos veteranos cuyos derechos alquiló DC, pero su serie, adaptación de una novela de los años treinta continuada por nuevas aventuras ambientadas en la misma época, solo duró 4 números en 1975, (3 de los cuales, por cierto, fueron dibujados por Jack Kirby). La escasa longevidad de esta colección no fue algo excepcional. El mercado del comic estaba viviendo un mal momento y la editorial optó por recortar drásticamente todo su catálogo, cancelando masivamente incluso aquellas cabeceras cuyas ventas en otro tiempo hubieran resultado aceptables.
Como si intentaran hacer bueno ese dicho que reza “los viejos héroes nunca mueren”, DC les dio una nueva oportunidad a finales de los ochenta, en plena renovación editorial. La Sombra, Doc Savage, El Hombre Enmascarado… fueron presentados otra vez a una nueva generación de lectores. Y, de nuevo, El Vengador estuvo en la lista de elegidos aunque para evitar problemas legales con “Los Vengadores” de Marvel, DC lo reintrodujo como “Justice Inc”.
El equipo creativo de esta obra corrió a cargo de Andrew Helfer y Kyle Baker, que venían de encargarse de otro héroe pulp, “La Sombra”, recuperado por el polémico Howard Chaykin en una miniserie de cuatro números publicada en 1986. Su éxito propició la apertura de una colección mensual en la que ambos autores se dedicaron a desmitificar al personaje titular recurriendo a la parodia más salvaje y el humor absurdo. Bill Sienkiewicz se encargó del dibujo de los primeros episodios, pero a partir del octavo esa labor recayó en Kyle Baker, cuyo estilo caricaturesco sintonizaba bien con los enloquecidos guiones de Helfer. Aquel disparatado experimento no resultó del agrado ni de los lectores ni de los propietarios de los derechos del personaje, el grupo Conde Nast, que dieron el alto cuando en uno de los episodios La Sombra moría y su cabeza era reinjertada en un cuerpo robótico.
Helfer y Baker se trasladaron entonces al personaje pulp que ahora nos ocupa, el Vengador, en dos números en formato Prestigio titulados, como hemos dicho, “Justice Inc” y en el que incorporaron algunos de los elementos ya utilizados en “La Sombra”: política ficción y sátira para ofrecer un comic de gran calidad.
“Justice Inc” cuenta los avatares de Richard Benson durante la Guerra Fría, una vez concluida su época dorada de los años treinta tal y como había sido narrada en las revistas pulp. Tras la Segunda Guerra Mundial, el Vengador y sus hombres sólo consiguen trabajos menores e insatisfactorios. Deseando recobrar parte de la emoción y la autoestima perdidas, Benson acepta una misión del gobierno sólo para descubrir horrorizado que ha sido manipulado para cometer, aunque sea indirectamente, un asesinato. Sin embargo, cuando todos sus empleados le dejan para aceptar trabajos en una agencia secreta del gobierno, él, desilusionado, no se ve capaz de continuar en solitario. Se somete a una operación que incrementa su capacidad metamórfica y comienza a operar como agente encubierto para un gobierno, el norteamericano, rabiosamente anticomunista. ¿Su misión? Asumir la identidad de líderes políticos de ideología marxista a los que previamente debe asesinar y, a continuación, orientar esas naciones hacia el campo de Estados Unidos.
Sin embargo, la tecnología y avances biomédicos que le permiten a Benson modificar su fisonomía acaban inevitablemente cayendo en manos de los soviéticos, que ponen a sus propios agentes “modificados” en juego. Es entonces cuando el Vengador descubre que toda su carrera no ha sido más que una gigantesca mentira orquestada desde el gobierno americano y orientada a servirse de sus especiales habilidades para apoyar valores que nada tienen que ver con la libertad y la democracia. Enfurecido y deseoso tanto de dañar los intereses de quienes le engañaron como de reparar el daño causado, se convierte en un agente libre que comienza a desbaratar los mimbres de la política exterior estadounidense mientras sus antiguos jefes tratan ahora de acabar con él utilizando todos los medios posibles, incluidos sus viejos amigos.
Andrew Helfer consigue con su guión que el lector pueda disfrutar de la trama aun cuando no se halle familiarizado con las aventuras originales del Vengador. Para ello, prescinde del pasado pulp del protagonista como luchador contra el crimen urbano, añade algunos detalles a su origen que le permitan sostener la nueva trama y elabora una intensa y trágica historia en la que se mezcla el suspense, el espionaje, la intriga política, el tecnothriller, el terror psicológico y la crítica moral, a través de la ficción, de las acciones de su propio país en el ámbito de la política internacional.
Es una obra de carácter adulto en la que se muestran sin ambages magnicidios, masacres, prostitución en nombre de la patria, corrupción, mentiras políticas… los personajes se ven manipulados, extorsionados o seducidos mediante el dinero, el miedo, el ascenso profesional, la adulación, el amor, la amistad… hasta verse convertidos en caricaturas de lo que una vez fueron. “Justice Inc” es, en definitiva, un ejemplo más del fin de la infancia heroica y anatema para aquellos rigoristas del maniqueo y optimista espíritu pulp.
Helfer siguió de esta forma la tendencia abierta por “Dark Knight” y “Watchmen”, en virtud de la cual los héroes, enfrentados a la dura realidad social y política, pasaron a ser víctimas de desengaños, cinismo, amargura e incluso indefinición moral. Esos nuevos comics con viejos héroes incluían mayores dosis de violencia, sexo y sofisticación conceptual y estética que sus anteriores encarnaciones. Así, el Vengador de los años treinta era un líder nato que, apoyado por un grupo de incondicionales, luchaba contra el crimen sin incurrir en fallos o sentir dudas acerca de su misión. Pero veinte años después, se ha convertido, primero en un títere del gobierno al que abandonan e incluso traicionan sus antiguos amigos; y luego en un paria sin aliados, perseguido por todos y que intenta redimir sus turbias acciones del pasado de una forma igualmente cuestionable: interviniendo en la política de los países y manipulando el sistema en la dirección que él considera justa.
El guionista imprime un buen ritmo a la historia, abarcando una línea temporal de más de dos décadas y moviendo la acción por los cinco continentes. Resulta chocante la forma en que Helfer, tratando un tema tan concreto y pragmático como la política internacional y las operaciones clandestinas de los servicios secretos, se las arregla para introducir el humor absurdo e incluso surrealista. Eso sí, no utiliza las emociones y las penurias de sus personajes como base para montar bromas fáciles.
Aunque el protagonista es Richard Benson, Helfer deja espacio suficiente para bosquejar breve pero certeramente la situación anímica de sus antiguos empleados en la agencia, engullidos y corrompidos por las movedizas arenas éticas de los servicios secretos. El propio Benson queda retratado como un individuo no del todo cuerdo, traumatizado por la pérdida de su familia, asqueado por su misión y, al final, dominado por una enfermiza mezcla de sed de venganza y remordimiento.
Es remarcable el hecho de que, aunque hace más de veinte años de la publicación de este comic en pleno final de la Guerra Fría, hoy, en el mundo de la Primavera Árabe y los sangrientos conflictos regionales, los temas que desarrolla –sin llegar a caer en el panfleto- no hayan perdido vigencia: los peligros del relativismo moral, el otorgar más importancia al fin que a los medios, las cruzadas justas de cualquier signo, la influencia corruptora de la política y la asunción de que lo diferente es, necesariamente, enemigo de lo conocido.
“Justice Inc” fue, pues, un rara avis en el mercado generalista del comic norteamericano por cuanto constituía una crítica feroz a la política de su país en la historia reciente. Ciertamente, las tiras de prensa norteamericanas habían sido tradicionalmente más valientes e imaginativas a la hora de ejercer la sátira social y política, pero en un medio como el comic book, tan enfocado aún al mercado juvenil y sujeto a las grandes corporaciones que los editaban (siempre vigilantes ante la posibilidad de que los contenidos polémicos pudieran afectar sus ventas e imagen) esa actitud combativa era muy poco habitual.
Pero también por su estilo gráfico “Justice Inc” fue –y sigue siendo- diferente. Kyle Baker opta por una solución estética poco convencional en el que el color, a base de tonos desvaídos, desempeña un papel relevante en la narración. Las figuras aparecen perfiladas por una línea negra, mientras que sus rostros son manchas blanquecinas adornadas por tenues manchas grises que marcan la expresión facial. Esta decisión respondía al deseo del artista de plasmar un mundo de identidades cambiantes, mentiras e indefiniciones éticas en el que no hay un “bando bueno” (Curiosamente, el propio Baker declaró que no veía en este comic nada más que una aventura de corte clásico y que nunca había realizado una interpretación en clave política). En muchas ocasiones, la identidad del personaje queda señalada únicamente por algún rasgo concreto, como el tono de gris utilizado en su rostro, un bigote, corte de pelo o sombrero.
Baker utiliza asimismo el color para bañar toda la historia de un ambiente vaporosamente opresivo. Por otra parte, utiliza casi invariablemente una rejilla de 6 a 9 viñetas por página, estructura muy rígida que contrasta con la maleabilidad de su trazo caricaturesco, casi expresionista. Es una pena que el formato de publicación no permita el disfrute pleno del arte al empequeñecer el tamaño de las viñetas.
La falta de continuidad en la publicación de posteriores peripecias de El Vengador parece ser que respondió a una cuestión de derechos. En la reciente línea “First Wave”, la editorial recuperó, una vez más, viejos héroes, como Doc Savage o Spirit, reintroduciendo Justice Inc como complemento del primero.
En definitiva, un comic de espionaje con un tono que cabalga entre lo heroico y lo kafkiano que la aparta de las revitalizaciones de veteranos personajes que por entonces llevaba a cabo DC (de hecho, más que una renovación, lo que aquí tenemos es una historia crepuscular) y en el que historia y arte se funden perfectamente.
Para aquellos a quienes les gusten los comics que desafíen las convenciones y susciten debates éticos.
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